jueves, 12 de julio de 2007

Gabriela Acher

Tomado de http://www.webdelacole.com/mazeltov/notas/acher.html

Gabriela Acher
...Siempre supe que el deseo me llevaría más allá de los obstáculos
Memorias de una princesa judía
"Yo nací en el Uruguay, porque en ese momento quería estar al lado de mi madre.
...Mis padres no eran pudientes pero a mí no me privaron de nada.
Yo tuve todos los complejos que quise.
Pero mi llegada trajo alegría al hogar. Al verme la cara, toda la familia lanzó una carcajada.
Desde ese momento tomé conciencia de que mi destino era hacer reír."


Así se presenta Gabriela Acher desde su libro "La guerra de los sexos está por acabar...con todos"
Pero después de haber charlado por más de una hora con esta mujer de una extraordinaria belleza turca sefardí, de enormes ojos brillantes y manos delgadas y expresivas, llegué a la conclusión de que hacer reír no es solo su destino. Si no el camino elegido por ella misma, para ejercer el divino don que le fue dado. El don de la comunicación.
Un rato después de nuestro café disfruté viéndola moverse sobre el escenario, como quien se encuentra en la cocina de su casa, preparando algo rico para un grupo de amigos.
Desde su humor y su impecable conocimiento del género femenino, todas nos vimos representadas en más de un monólogo.
Partiendo de la risa, Gabriela Acher despierta y concientiza.


Compartamos juntos esa charla de café.

Todos conocemos las características de la típica madre judía... Pero, ¿qué significa ser una Hija Judía?

Soy Hija de un Jasán, un cantor litúrgico. Viví en una casa muy religiosa. Aunque mi padre no era de los ortodoxos. Pero era un hombre profundamente religioso. Y sus hijas fueron criadas bajo ciertas reglas donde por ejemplo todo lo relacionado con el sexo estaba muy reprimido. Pero para mí fue maravilloso crecer en una casa Judía. Mis recuerdos de infancia están llenos de festividades donde la familia se reunía para comer y cantar. Solíamos ir a ver a mi padre al Templo para escucharlo cantar. Mi padre cantaba maravillosamente bien. Y en verdad todos cantábamos. Todo era muy festivo.
Llegando a la adolescencia, fue un poco más difícil. Si bien la adolescencia es siempre complicada, en este caso el tema de tener una hija casadera tan independiente como lo era yo, provocaba las primeras fricciones con la Idishe Mame.

¿Qué pasó a medida que seguías creciendo?

Yo fui feminista desde muy chiquita. Algunas nacen rubias, otras nacen pecosas, yo nací feminista.

Ejercías el feminismo infantil...

Bueno yo fui la fundadora del primer movimiento de feminismo pediátrico.
Mis padres ya no podían responder a la mayoría de las preguntas que yo les planteaba. Por ejemplo a esa que cuento en "Memorias de una princesa Judía" de porqué las mujeres tienen que ir arriba en la Sinagoga.
Mi padre me respondió que las mujeres deben estar arriba porque pueden estar sucias con la menstruación y no deben estar cerca de las Tablas de la Ley.
Así fue como descubrí que la menstruación no era algo que sólo me ensuciaba a mí, sino que hasta podía llegar a salpicar a Dios.


¿Es decir que hubo muchos cuestionamientos de tu parte?

Sí, cuestionaba todo lo que dentro de la religión judía resultaba ofensivo para mi mentecita feminista. No sólo el hecho de que la mujer siempre fuera dejada de lado me enfurecía. También el pago de las dotes me ponía de muy mal humor. Mi argumento era bastante lógico. ¿Por qué las mujeres debían pagar dote y los hombres no? ¿Acaso éramos un clavo por el cual debían pagar para que se lo lleven? Eso yo no lo podía aceptar.

¿Cómo reaccionaba tu mamá ante tus planteos?

Ella era aún más represiva que mi papá. Justamente porque era más temerosa y porque tenía una imagen bien armada de lo que debía ser una niña judía, una adolescente judía y finalmente una mujer judía. Más aún una hija de Isac Acher...eso era como ser 100.000 veces judía. Judía a la enésima potencia.
Y allí estaba yo debatiéndome entre todo eso.

¿Y qué rescatás?

Creo que me quedé con lo mejor del judaísmo. Que es: El Humor Judío.

Que es una manera de ver la vida...

Sí. Absolutamente. Creo que el humor nos cambia el color de la lente con la que estamos observando la vida. Yo descubrí a través del humor, que cambiar la lente es cambiar la vida.
Al cambiar la posición de la cámara, al cambiar el ángulo... ves otra película.
Ese aprendizaje, de sacar la cámara del lugar de donde habitualmente está, en nuestra conciencia, y poder dar ese salto emocional, tomar esa distancia necesaria para reírte de vos mismo, que es el humor que yo más quiero, es el humor más alto que se puede conseguir.
Mucho más fácil es reírse de los demás.

Es decir que el Humor transforma...

Ya lo creo! Descubrí que transformar mi dolor en humor, no solamente me exorciza a mí de ese dolor, sino que refleja el dolor de muchas otras mujeres, que creían estar solas con su sufrimiento.

¿Es decir que vos te ofrecés como parámetro para los demás?

Creo que sí. Aunque sin proponérmelo...
y yo misma me veo reflejada en los ojos y en la risa de los demás...

¿Cómo fue empezar a escribir?

Fue un verdadero bálsamo para mí. Comencé escribiendo artículos para revistas que me convocaban, y los hice desde mí misma. Escribía sobre mis experiencias, sobre mis vivencias. En ese momento me di cuenta como resonaba en otras mujeres lo que yo escribía. Esa fue para mí una revelación. Allí comienza en mí lo que yo llamo "conciencia de raza", es decir que tomé conciencia de que la experiencia de ser una mujer era muy parecida a la de las demás. Desde el hecho de vivir en un cuerpo de mujer significa pasar por experiencias muy parecidas a lo largo de toda la vida. Menstruaciones, partos, amamantamientos, estrías, menopausia...
Descubrir que otras mujeres se identificaban con mis propias experiencias fue la confirmación de que estaba en el camino correcto.
Sólo debía pintar mi aldea para ser universal.

Contános un poco sobre tu nuevo libro. ¿En qué etapa está?

Ya está casi terminado. Le estoy dando los últimos retoques. Espero que esté listo para presentarlo en la próxima Feria del Libro. Allí hablo sobre la into-xicación de romanticismo que tenemos las mujeres y de nuestra adicción al amor como centro de nuestras vidas

Volvamos al tema de tus orígenes. ¿Qué tuvo de positivo ser la hija de una verdadera Idishe mame?

La tendencia a la sobreprotección, que caracteriza a toda Idishe mame, es lo que más se destaca. Pero estoy segura que de la sobreprotección se logra salir. De lo que no se podría salir nunca es del abandono.
Así que si bien la madre judía sofoca con su exagerada manera de proteger, por el otro lado el amor te salva de cualquier otro mal.

¿Cómo sos con tu hijo?

Y bueno, tu madre es tu modelo y eso te forma no solo como hija sino como madre. Te abre un surco en el cerebro del que no se puede zafar.
Aunque por supuesto que yo con mi hijo llego a otro tipo de comunicación, tenemos otro diálogo del que mi mamá tuvo conmigo. No tenemos límites acerca de los temas de los que hablamos, nos sentimos dentro de una relación absolutamente libre. Jamás lo reprimo. Creo que la represión lo único que logra es una mayor necesidad de transgredir. Limites sí. Represión jamás.

Hablando de transgredir. Vos no sólo sos actriz, sino humorista, escritora, mujer y encima judía. ¿No es mucho todo eso junto?

Bueno viéndolo así, sí que es mucho...sólo me faltaría ser negra.
Es verdad. Yo estoy fuera de todos los cánones.

¿Tuviste que tirar abajo muchos obstáculos para ocupar el lugar adonde llegaste?

Sí. Claro que sí. Pero yo siento que el deseo te organiza.
Yo tuve tanto deseo de ser quien soy. Qué mi vocación por expresarme y por hablar de temas que nos acercan, me dio la luz de una estrella que yo simplemente seguí. Es decir que yo sabía que el deseo me llevaría más allá de los obstáculos.. Yo fui hacia allá con la energía de un rayo láser.
Ser feminista en un mundo tan patriarcal, dentro del judaísmo que es también patriarcal, defender el hecho de ser judía y ser humorista, todas fueron luchas. Pero algo muy fuerte me guió: Mi propia vocación. La irresistible necesidad de responder a ese llamado.

Sos la receptora de un don muy especial. El don de la comunicación. Y a partir de allí modificás, despertás y vos misma evolucionás.

Y te digo más. A través del humor hasta se puede modificar el pasado. ¿Sabés cómo? Aprendiendo a reírnos del dolor que vive en él.
Esa es la manera de exorcizarlo. Y a partir de allí, entonces sí se puede evolucionar.

Gracias Gabriela por enseñarnos a crecer
aprendiendo a reírnos del dolor.
Y gracias a esa luz que te iluminó con ese divino don del que todos disfrutamos...

Mazel Tov, Gabriela!

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